Como ya sabéis, realizo las prácticas de la carrera GCAFD en el CRE de la ONCE de Alicante. Una de las actividades en las que colaboro son clases de psicomotricidad los sábados por la mañana. Los niños tienen de 3 a 8 años.
Es David, otro chico, quien trabaja con la actividad, yo le ayudo.
Es una de las actividades más bonitas que he realizado en la ONCE porque en estas clases tienes un trato muy cercano a los niños, ves de cerca sus progresos y puedes inventar y poner en práctica todos los juegos y actividades que desees.
Es David, otro chico, quien trabaja con la actividad, yo le ayudo.
Es una de las actividades más bonitas que he realizado en la ONCE porque en estas clases tienes un trato muy cercano a los niños, ves de cerca sus progresos y puedes inventar y poner en práctica todos los juegos y actividades que desees.
Sin embargo, no es tarea fácil realizar estas clases de psicomotricidad con niños ciegos. Se parte de una motricidad algo más escasa, tienes que adaptar todos los juegos y has de tener en cuenta que los desplazamientos de los niños por el aula sean efectivos y seguros. A pesar de ello, basta con llevar un orden y establecer ciertas rutinas que faciliten el control y orientación de los niños.
Algunos ejemplos son:
-Un niño no comienza a realizar un circuito hasta que el anterior no haya finalizado el ejercicio.
-La vuelta la realizarán todos volviendo pegados a la pared, vean o no.
-Tras cada ejercicio o circuito que realicen volverán al banco y esperarán la próxima explicación sentados en él.
-Las explicaciones han de ser todas verbales, recuerda que no pueden verte y que no saben dónde esta esto, qué es allí o ponerse junto a él. Sin embargo, no pasa nada por decirle: -¡Mira esto! Y que se lo dejes tocar.
Algunas experiencias:
-Recuerdo un chico, Álvaro, de 6 años, ciego total y posiblemente debido a ello habla mucho y parece mucho mayor de lo que realmente es. Además, tiene una voz preciosa, canta genial y lo sabe. Tal vez este chico llegue a ser un gran cantante algún día, pero tampoco se descarta que sea un gran deportista. Muchas veces me pide realizar las actividades cogido a mi mano, aunque otros niños con resto de visión no comprenden que hay ciertas cosas que Álvaro no puede realizar sólo, como recoger los balones del suelo, y se quejan de que yo le ayude. Yo trato de que quienes le ayuden sean los propios compañeros, pero a veces he de ser yo misma, y me pregunto: si entre niños con la misma discapacidad no entienden esto, ¿cómo van a hacerlo niños de un colegio convencional? Es por ello por lo que jornadas de sensibilización son tan importantes para todos.
-Omar, otro chico ciego total es un terremoto. Se atreve con todo, aunque se cae al suelo muchísimas veces ya que no puede ver los obstáculos que le rodean, pero se levanta y continúa jugando junto al resto de compañeros. Es un chico muy muy hábil.
-Luego está el caso de Pablo, que además de la ceguera tiene obesidad, lo cual le dificulta en gran medida la realización de las actividades planteadas. Esta enfermedad no deberíamos consentirla porque es evitable y este niño ya convive con suficientes dificultades en su vida. Tiene 7 años y está ahora aprendiendo a saltar con los pies juntos; pero pasito a pasito este niño aprenderá muchas cosas.
-Itziar (3 años) y Ainara (8 años) son dos hermanas alvinas. Les molesta la luz del sol, pero con unas gafas pueden realizar la práctica igual que todos.
Como ven, cada niño tiene un problema, cada niño es un mundo, y de cada niño hay mucho de lo que aprender, y también que enseñarle. Una hora de E.F. a la semana no es suficiente para que adquieran las habilidades motrices propias de su edad, por ello se recomiendan clases de apoyo y psicomotricidad a todos los niños que de momento no alcancen un nivel motriz aceptable. No es nada malo, sólo necesitan más tiempo. ¡Vamos a ayudarles!
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