Inclusión en Educación Física

Una de las experiencias más impactantes a la vez que gratificantes que he podido tener a lo largo de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, fue la de realizar actividad física con antifaz poniéndonos en la piel de un discapacitado visual. Nunca pensé que pudiera ser tan difícil, en cuanto me puse el antifaz lo único que sentía era miedo de moverme, era incapaz de conseguir orientarme en el pabellón y lo único que podía hacer sola era dar pasos pequeños e intentar protegerme con las manos. 

Lo primero que hicimos fue andar por todo el pabellón con la ayuda de un guía que nos tenía que dar toda la información posible para darnos seguridad, cuando ya empezamos a coger confianza empezamos a trotar por todo el espacio siempre con la mano al hombro de nuestro compañero guía. La sensación de correr ligeramente me proporcionaba aun más inseguridad y parecía que iba corriendo más rápido que en toda mi vida. Sólo oía ruido por todas partes y no podía dejar de preguntarle a mi guía si todo estaba seguro y que quien había cerca de mí.

A continuación me tocó a mi ejercer de guía, es una gran responsabilidad ya que tu tienes que ser los ojos de la otra persona, y tienes que emitir todo tiempo de información tanto iluminación como desniveles o incluso el tipo de suelo en el estamos, son detalles que nosotros no damos ninguna importancia pero que para esta discapacidad son de mucha importancia y relevancia. 

Uno de los juegos que practicamos fue el goalball, es un deporte específico, en el que se utiliza un balón con un cascabel y se intenta meter gol. Era muy difícil orientarse en el espacio y era imprescindible poner todos tus sentidos para conseguir imaginarte donde estaba el balón. Fue muy divertido y creo que este juego sería muy relevante en el área de Educación Física del currículo educativo, puesto que es una forma de potenciar la integración y conseguir una sensibilidad en los alumnos ante una discapacidad.